domingo, 11 de noviembre de 2007

Bitácora de Angustia


Por: Gladys Fuentes Milla

Todo comenzó el sábado 27 de octubre del 2007, por la tarde-noche Andrés Granier Melo, (el Químico Granier, o el chelo Granier) nos avisó en una transmisión de radio y televisión, que debíamos estar preparados y en alerta porque se avecinaba el frente frío número 4 que entraría a Tabasco el domingo o lunes con fuertes precipitaciones pluviales, sobre todo a quienes habitamos en las márgenes de los ríos Carrizal, Grijalva, Mezcalapa, Usumacinta y Samaria. Yo nací en Ciudad Hidalgo, (Suchiate) Chiapas, mis padres me trajeron a la edad de 4 años a Tabasco y desde entonces mi cuna es de agua. Aquí estamos acostumbrados a lidiar con las corrientes a veces mansas y otras turbulentas del carrizal, a maravillarnos con la majestuosidad del Grijalva, amamos playas, ríos y lagunas a pesar de sus inundaciones. Somos el lugar del planeta con más agua y el agua es vida, nuestro mundo es acuático, las inundaciones con el agua a las rodillas han sido nuestra historia. Los más viejos nos han enseñado que en el ombligo del universo hay una historia escrita que puede ser la tuya, la mía o la de ninguno, que ahí permanece la verdad para que la vea y aprenda y nunca la olvide el hombre, sus hijos y todos los que de ellos sean descendientes, ahí está escrito como brotan los ríos de los eructos de los mares.
El sábado 27 de octubre por la noche comenzó a llover copiosamente y continuó todo el domingo, el día lunes 29 de octubre continua lloviendo, es entonces la lluvia nuestro desvelo, en las estaciones de radio y televisión locales se hacen más frecuentes los llamados de alerta y precauciones a tomar por el mal tiempo, se informa que estemos preparados para evacuar las zonas de riesgo en caso necesario. Esa larga noche, a pesar de la torrencial lluvia vigilamos el crecimiento de los caudales de los ríos, se cierra el paso vehicular en el malecón Carlos A. Madrazo, los costales llenos de arena se apilan a lo largo del malecón a uno y otro lado del Grijalva, el martes 30 de octubre por la noche la zozobra crece, al peso del agua el dique de arena cede por tramos, el pueblo es un ejército comandado por el gobernador para levantar de nueva cuenta los muros de arena, así llega la madrugada del día 31 de octubre entre la humedad de la noche, el miedo se expande a través del ausente canto de los pájaros y la mirada quieta de los animales, buscamos fortaleza en las demás miradas pero sólo hay duda y desconcierto entre los ojos, nos preguntamos sin palabras si acaso el hacedor de la oquedad del día y la densa claridad que hay en la noche quiere que conozcamos la verdad a través de la esperanza de que se vaya este diluvio, porque la verdad es el gran ojo del mundo que sólo puede verse a cada eclipse lunar justo después que la noche de cierto se hace noche.
Conocemos el desborde de los ríos y lagunas pero jamás como lo que estamos viviendo. Estamos en pie de lucha cada margen de río que bordea o atraviesa la ciudad es nuestra trinchera, el agua se filtra entre la costalera, bajo el aguacero llenamos costales de arena y apilamos nuevamente en los tramos donde los tumba la fuerza del agua, no hay distinción de género, palas en mano todos somos uno, todos somos Tabasco, así llega la luz del día y así llega luego la oscuridad de la noche. El miedo es nuestras venas es un torrente quejumbroso, ese miércoles 31 de octubre el río se desborda sobre las Gaviotas de norte a sur, el Grijalva nos gana la batalla, forma el sendero hacia la muerte entre sorbo y sorbo de penumbra, como un fantasma abraza esa parte de la ciudad, aplasta la hierba y los sueños, deja en la orfandad el ruido de los pasos, la muerte tiene un aleteo de pájaro, las linternas brillan bajo la lluvia como sábalos. Desde este lado del río sobre el malecón Madrazo escuchamos los gritos de nuestros hermanos pidiendo ayuda llenos de espanto. Terrible es la verdad y largos los temores. ¡Ah! la condición humana oscura siempre con el futuro olvidado de la tierra que se proyecta como la sombra de un gran cuervo.
Es el día jueves 1 de noviembre, a las 4 de la mañana en la margen del río Carrizal decidimos darnos un respiro y paramos de levantar el muro de arena de metro y medio sobre el periférico de la ciudad desde la carretera a Cárdenas hasta el entronque con Nacajuca, aprovechando el respiro que nos da la lluvia. A las 6 de la mañana un enorme estruendo nos hace correr de nueva cuenta al río, la muralla de costales con arena que bordea el periférico protegiendo a los Espejos I y II, y Tabasco 2000 donde se encuentra la zona hotelera resistió, pero desafortunadamente el Carrizal ahora nos gana otra batalla rompiendo los bordos de contención del margen opuesto. Desde el puente que une a la ciudad con Bosques de Saloya donde está el Parque Tabasco, el Museo Papagayo y la Unidad deportiva, se mira como el río gélido y voraz traspasa los campos con su colosal guadaña e invade la zona rural hasta llegar a Cárdenas. ¿Qué voz puede elevar un elogio en la ribera si se ultima en un suelo muerto la vigilia?
Ese mismo día por la tarde, se desborda sobre la región de Ixtacomitán, Boquerón, Miguel Hidalgo, Islas del mundo, Santa Elena, Bonampak, y Buena vista el río Mezcalapa, sin costalera de protección de manera impredecible, se sumergen en el agua, animales y caserío igual que cuando el tiempo era joven, ¡ay! de esta tierra, ¡ay! de su gente, todo lo sólido es líquido y brillante ¿dónde la luz que a los amaneceres alumbra?, ¿dónde la enmienda de esta tristeza eterna? Nuestro universo es un canto sin sonido donde el silencio llora a un Dios doblándonos las piernas, que deja correr nuevamente su aliento sobre las aguas, los vientos y las nubes. Este dolor me persigue e hincha las arterias como chispas que pasean con espasmos de relámpago.
Que noches tan eternas, llevamos 4 días luchando entre el agua que desfogan desde los vertederos de la Presa Peñitas y los torrenciales aguaceros que inundan a Tabasco. Es la madrugada ya del día viernes 2 de noviembre, día de muertos, el Grijalva inunda a las Gaviotas norte y Sur y La Manga con una altura de 5 metros, las fuerza armadas y naval llegaron a Tabasco, aún no terminan el rescate de nuestros hermanos de esta zona que permanecen sin agua y alimentos sobre algunos techos de los edificios, hay más de un millón de damnificados oficialmente aunque la realidad rebasa con toda seguridad ese número. Aumenta la angustia, con cada minuto el nivel del Grijalva crece, y aún no se ha podido rescatar al total de la gente, la televisora oficial no ha tenido respiro en las 24 horas de cada día, pero la historia al igual que la turbinación de la presa no termina. El carrizal desbordado con destino a Cárdenas se alcanza a sí mismo río abajo, empieza a filtrar sus aguas esa madrugada del día de muertos y a las 6.30 de la mañana, se desborda nuevamente e inunda a la ciudad en su parte norte rumbo a Frontera, hunde a su paso Valle Marino, Tierra Colorada, Lagartera, Indeco y todo aquello que encuentra en su camino hasta unirse a la Laguna del Negro, se dirige de nueva cuenta al centro de la ciudad, a las 4 de la tarde del mismo día se une al Grijalva formando una círculo en su recodo. Hemos perdido otra batalla, es tal el cúmulo de agua que desaparece bajo el agua la Terminal de autobuses de segunda clase, el hospital del IMSS, y el Centro con su zona remodelada que era el bastión más peleado por el pueblo y el gobernador. Villahermosa es ahora una ciudad acuática donde la avenida Méndez que es la arteria de la ciudad está sepultada bajo 4 metros de agua. De toda la ciudad de Villahermosa, se salvan las colonias Atasta, Tamulté, San Joaquín, Punta Brava, Nueva Pensiones, Guadalupe Borja, el velódromo de la ciudad deportiva Primero de mayo y Tabasco 2000, alrededor todo es agua, destrucción, dolor, hambre y llanto.



EXORDIO DE LA MAR Y SUS LAMENTOS


Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;
Porque el primer cielo
Y la primera tierra pasaron,
Y el mar ya no existía más.

Apocalipsis 21; 1.




Y sucede que hace venir nubes a la tierra y no se deja ver entonces su arco, y se olvida del pacto suyo que hay entre El y nosotros. Y aún cuando el sol en esta región es el amo, decide quitarnos la tibieza de su cuerpo, en esta tierra circundada de agua donde ahora se pudre la semilla y ayuna la cosecha.

El viento corre sonámbulo sin rumbo, tierra adentro hacia las chozas, ataranta el sueño de dioses, las crestas de las palmas casi barren al suelo y las aves se ocultan en el refugio de los mangles. El día es un cristalino de fijeza opaca, el dragón milenario de los ríos despierta y alrededor de las casas muros con costales de arena se levantan. ¡Ah! tristeza tuya, ¡Ah! tristeza mía, ¡Ah! triste tristeza de los que moramos esta congoja, este pueblo se queja y desfallece, ¿cómo cargo mis escombros si flaquean las piernas?

El susto de los niños estas terribles noches habita en mi, y en el más antiguo de los viejos que piensa en su nieta y sus cabellos largos donde hacen escala los azahares del naranjo, el regreso al hogar cuando ve su cara en el postigo de la rústica ventana, en las noches calurosas y la eterna costumbre de ahuyentar a los mosquitos con pequeños trozos de yagua. Desde la colina atisbo tembleque al agua comiendo casas y campos y digo: próspera era mi vida, ahora me quiebras de quebranto y has puesto mi cabeza en el agua, mi rostro está inflamado con el lloro, y mis párpados rígidos por la humedad de la muerte. No me abandones sin que haya lugar para mi clamor. Aquí estoy. Si vinieras hacia nosotros y nos dieras un momento de descanso. ¡Ojala pudiese el hombre disputar con Dios!

Hay tanto miedo que resulta extraño que estemos atados a las pocas pertenencias, a los tesoros de la puericia antigua mientras por dentro tiemblo. Desesperados gritos galopan entre la tormenta, las aguas de los ríos destruyen los tapancos. En el ayer quedan los fogones, los potes con el pinol, entre las hamacas el cansancio. Ni duda cabe, plasmado está en el ombligo del universo, el Alfa y Omega puso en marcha su colérico afán de partirnos el corazón con su pedernal de agua.


NOTA: Fragmento del poemario Exordio de la Mar y sus lamentos. (canto séptimo)
Ganador del Premio Estatal de Poesía Tabasco (1996)
Autora: Gladys Fuentes Milla.

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